Con la tremenda crisis económica y sanitaria que se ha desatado sobre nosotros, cualquier dato que apunte a una leve mejoría en cualesquiera de los sectores más duramente afectados, es bienvenida.
Empieza a hablarse, cada vez con más eco, del nuevo uso que las ciudades están aceptando para los numerosísimos locales que han quedado vacíos tras las sucesivas olas de pandemia y los sempiternos obligados encierros y toque de queda. El tejido comercial se ha venido abajo, y costará años recuperarlo, si es que alguna vez logra volver a ser el que fue, máxime con las nuevas tendencias de compra en Internet tan al alza, lo que juega en contra del comercio tradicional de persiana y escaparate. Pero, a lo que vamos. Miles y miles de locales comerciales se hayan cerrados y, lo que es peor, condenados para el futuro. Gran parte de los establecimientos no lograrán un nuevo inquilino dispuesto a ganarse la vida comerciando en esos locales, pero si podrán, en cambio, albergar nueva vida sirviendo para otro fin: la vivienda.
Locales de todos los tipos, tamaños, con semisótanos, dos alturas con espacios despejados y grandes luminarias; de diseño vanguardista, clásicos, diáfanos, tabicados… los hay de todas las clases, y todos son, o deberían, ser susceptibles de poder utilizarse como vivienda -con las debidas modificaciones, claro está-. Si las administraciones locales toman conciencia, reducen las trabas burocráticas, los requisitos técnicos y permiten que unas modificaciones razonables puedan permitir un uso de vivienda para todos esos miles de locales, habremos conseguido que un número importante de personas, de particulares, de familias, en definitiva, tengan la oportunidad de acceder a viviendas en lugares hasta ahora insospechados; habremos conseguido que la vida casi apagada de las calles comerciales de decenas de ciudades de España tenga una oportunidad, renaciendo como calles de viviendas, donde antes sólo -y no era poco- había comercios.
Pero no sólo quedan ahí los beneficios.
Empresas de reformas, proveedores de todo tipo: de mobiliario, carpinteros, fontaneros, electricistas, escayolistas, tiendas de electrodomésticos… todos se verán favorecidos por un nuevo estilo de viviendas que llega para inventarse prácticamente de la nada, y que necesitará de todos esos profesionales para transformar esos locales en viviendas.
Es una obviedad que en tiempos de crisis hay que agudizar el ingenio, y algunas ideas tienen todas las posibilidades para materializarse casi sin esfuerzo. Es deber de las administraciones tomar nota de los cambios sociales y favorecerlos cuando se intuye su beneficio, y no obstaculizarlos con más burocracia y absurdos requisitos que no buscan más que la recaudación.