NUEVA TEMPORADA DE ALQUILERES
Bienvenidos todos a una nueva temporada de alquileres.
Ha sido entrar mayo, y comenzar la tradicional avalancha de personas demandando vivienda en alquiler. Como era de esperar, este año se ha adelantado la búsqueda, nada menos que en un mes. El principal motivo ha sido el cambio de calendario de la Universidad de Granada que, como ya sabéis, ha fechado el final del curso lectivo 31 de mayo. Esta medida ha venido a precipitar el comienzo de la temporada de alquileres. Aunque no todos los demandantes de vivienda en alquiler son estudiantes, es cierto que el resto de personas que busca piso se adapta a los tiempos y se ve forzado a buscar alquiler en el momento en que los universitarios mueven ficha.
El año pasado os contábamos nuestras impresiones al respecto de este nuevo mercado de alquiler que se ha fraguado con los conocidos ingredientes que ya apuntamos:
-eclosión del apartamento turístico.
-adelanto de calendario académico y supresión de los exámenes de septiembre.
-creciente demanda de pisos por una nueva clase trabajadora de entorno a los 30 años edad.
Claro que hay más razones que explican las novedades de este mercado, como os decía. Pero sin lugar a dudas, estas son las principales.
No hace muchas fechas la Presidenta del Gobierno Andaluz soltaba un chascarrillo al hilo de la dificultad de encontrar piso por los estudiantes en Granada. A veces nos sorprende lo magníficamente bien informados que están los políticos sobre los problemas de la vida diaria… en fin.
El caso es que la temporada ha empezado, y esa nueva masa de trabajadores jóvenes, que ronda la treintena de años, o incluso menos, es ya, en nuestras oficinas, la mitad de los demandantes de vivienda en alquiler. Como podéis imaginar, ese cliente demanda piso de forma inmediata, para entrar en cuanto se quede libre el apartamento que desea, y ni se plantea por un momento esperar a septiembre u octubre para alquilar. A ese cliente le da igual pasar un mes de vacaciones fuera de Granada y seguir manteniendo su apartamento pagando sus rentas, porque considera que es su vivienda habitual. Por el contrario, el estudiante, que ha visto reducirse su período lectivo, podría dejar su vivienda en alquiler a 31 de mayo y regresar a Granada sólo a hacer los exámenes durante junio y julio. En el caso de los estudiantes de provincias colindantes, como Málaga, Jaén y Almería, o de poblaciones de Granada, como Motril, Baza, Guadix… esta situación se repite con más asiduidad. La cercanía de sus lugares de residencia invita a dejar el oneroso alquiler y a ahorrarse los costes de mantener al estudiante en la ciudad de sus estudios. Lo normal es que cualquier familia opte por minimizar los gastos, algo del todo razonable.
Así las cosas, cuando más y más propiedades quedan vetadas a los estudiantes, en lugar de cargar las tintas contra los propietarios que no quieren ya alquilar a estudiantes, porque mantienen sus pisos más de tres meses vacíos y hasta cuatro en algunos casos, habría que pensar en quién es el responsable real de la situación a la que se les está abocando. Quién es el responsable, con sus cambios de calendario sin tener en cuenta a nada ni nadie, de que la clase estudiantil granadina se encuentre optando a pisos en el área metropolitana (cosa que nunca antes ha sucedido); que vea cada vez más reducidas sus opciones de vivienda, menos aún en el centro de la ciudad; y que esas opciones sean, con muchísima frecuencia, pisos cada vez en peor estado de habitabilidad. Cuando uno tiene un negocio, cuando uno cobra un sueldo, no piensa ni por un momento en pasar cuatro meses al año sin que ese negocio produzca, no piensa ni por asomo pasar cuatro meses al año sin cobrar su sueldo. Pues esa es la razón de porqué hemos llegado a esta situación. Nadie querría estar un cuatrimestre al año sin percibir su salario, igual que nadie tiene un producto que le ha costado mucho dinero y esfuerzo para estar un cuatrimestre sin que ese producto le dé los beneficios por los que ha luchado.
Con esta crudeza, cuando explicamos la situación en nuestra oficina a nuestros clientes y demandantes de vivienda, la mayoría lo entiende perfectamente. Otra cosa son los discursos facilones y vacuos que buscan enervar los ánimos, fustigar a los estudiantes hablando de injusticias y de lucha estudiantil y obrera contra la tiranía de los ricos propietarios. No hay nadie más obrero que el ciudadano de clase media que ha peleado toda su vida por adquirir una vivienda para conseguir obtener rentabilidad con su alquiler. Es una masa ingente la de españoles, no precisamente ricos, sino de los de manos encallecidas, la que logró hacerse con una segunda vivienda para tratar de prosperar, además de dejarla en herencia a sus descendientes. Y son esos los que, con toda legitimidad, buscan rentabilizar esa inversión. Es del todo lógico que den la espalda ahora a un cliente que, a su pesar, ya no es ese cliente goloso que todos querían. La culpa no es del estudiante, que es el primero en sufrir esta situación. La culpa no es del propietario que no puede permitirse mantener su piso cerrado cuatro meses. Todos sabemos de quién es la culpa, si es que hay algún culpable en todo esto.