Y al final, los pisos no subieron.
Efectivamente, los pisos en alquiler no subieron su precio, al menos no como se especulaba, y mucho menos en Granada. el problema, como ya hemos hablado tantas veces, ha sido otro… sencillamente, que no hay tantos pisos como años atrás.
El problema no es baladí, y está afectando a un sinfín de nuevos demandantes de alquiler, que pueden verse estas semanas por Granada, con el cuello estirado, escrutando cada fachada de los edificios de la ciudad.
Como todos los años, la oleada de buscadores de pisos empezó pronto, tanto que, en línea con el curso anterior, la mayoría de los inmuebles ya está alquilada. Las previsiones apuntaban a que esto sucedería, y que se vería acentuado con respecto a la temporada precedente. Lo que no se ha cumplido es la no del todo infundada noticia de que el alquiler se había disparado en toda España. Como suele ser habitual, la subida “generalizada” se ha concentrado en las grandes urbes, las pequeñas ciudades se han visto obligadas incluso a bajar el precio, siendo las de tamaño medio, como Granada, las que lo han mantenido, o subido muy ligeramente. Nada fuera de lo normal habida cuenta de los años en que la bajada del precio del alquiler de vivienda ha sido la tónica habitual. Una subida razonable, lejos de lo que podríamos llamar burbuja, es del todo comprensible. Hablamos de un 5 ó 10% en el más extremo de los casos. Si nos lo proponemos, encontraremos subidas puntuales de más de ese porcentaje, algunas incluso extremas, pero, como ocurre habitualmente, serán minoría, y tendrán difícil salida en el mercado.
El problema, como más arriba decíamos, es otro bien distinto. No incidiremos más en él, por haber sido ampliamente tratado en este espacio y porque no vemos que se haya abordado por ninguna administración con intereses en el asunto. Que no haya pisos para estudiantes en una ciudad como Granada, al menos no tantos como antaño, es sintomático de un problema que nadie quiere abordar. Decidido el desastroso calendario universitario, era cuestión de tiempo que los futuros estudiantes de la UGR (Universidad de Granada) deambularan por las calles de la ciudad sin rumbo, sin piso y sin esperanzas de encontrarlo. Y todo ello sin haberse substanciado aún la Selectividad. No quiero ni imaginar qué ocurrirá cuando los miles de nuevos universitarios obtengan felices sus notas en un par de semanas, y pongan rumbo a Granada en busca de piso. De un piso que no existe, o, cuando menos, de existir, puede que sea en Maracena, Cenes de la Vega o Albolote. Sea como fuere, mi enhorabuena a esas localidades del cinturón metropolitano, porque van a poder optar a un arrendatario que hasta ahora desconocían. No hay mal que por bien no venga.